domingo, 10 de marzo de 2013

Between sugar and love 9

ANTES DE COMENZAR! ;)
Ya podéis ver que NO cumplo con mi palabra y que os he subido antes un capítulo jeje, podéis estar contentos conmigo :3
Sé que os dije que no podría subir porque tenía exámenes trimestrales, pero bueno, la inspiración me llegó y no podía evitar subiros el capítulo. Un beso y que lo disfrutéis ;)
Por cierto ayer subí un nuevo relato, pero este no es como los otros, simplemente, es una una reflexión personal, así que si queréis podéis encontrarlo en el apartado "Relatos", es cortito así que si queréis leerlo.
Gracias <3




CAPÍTULO 9


El día veinticinco de diciembre comí con mi madre. La animé a que me hablara, pero sólo me contestaba con monosílabos. Al ser Navidad le había comprado un libro. Una de las últimas reediciones de "Orgullo y prejuicio". Mi madre, antes de caer en depresión era una lectora apasionada, sobretodo le encantaban los clásicos y, en este caso, era fan incondicional de Jane Austen y tenía este libro en cuatro ediciones diferentes de tanto que le gustaba. Por eso creí escoger bien al regalarle el libro. Cuando abrió el regalo vi, tan solo por unos segundos, el brillo en sus ojos por la emoción de tener el libro.

- Yo... Lia, gracias... Es- Se quedó un momento callada y me miró.- Es perfecto.- Pero una vez dicho esto se me puso a llorar.
-Mamá, no llores. No entiendo...-No sabía qué hacer. No entendía los motivos por los que mi madre se había puesto a llorar justo en ese momento.
- Pero... Lo siento tanto...-No acababa nunca las frases que empezaba, eso me ponía los nervios a flor de piel.- Yo no... No tengo nada.

En el mismo momento no sabía qué quería decir. Pero cuando me miró, otra vez, y bajó los hombros en señal de arrepentimiento, lo entendí. Mi madre no tenía nada para mí. Desde un principio ya lo había supuesto, en el estado de mi madre, difícilmente, lo hubiera hecho. En el fondo, aunque ya supiera que no me iba a regalar nada por esa Navidad, aún había mantenido, hasta ese momento, la esperanza que sí lo hubiera hecho. Pero eso es uno de los errores más comunes en las personas, primero vemos la realidad y, aunque sabemos cómo es, aún seguimos manteniendo esa pequeña esperanza que al final se acaba rompiendo y es lo que más duele. Es lo que más duele porque desde un principio ya sabías cómo terminaría todo, pero aparece la "Esperanza" y cuando todo termina mal, esa "Esperanza" te abandona y te sientes aún más triste y decepcionado contigo mismo. En ese momento, no me sentía mal ni enfadada con mi madre, estaba furiosa conmigo misma por ser tan ilusa, vivir en mis mundos de colores donde no todo siempre es de color, a veces también debemos topar con tonos más grises y hasta negros. Creo que entonces, mi mundo era todo negro.
Había estado durante meses con la depresión de mi madre. Estaba sin nadie aparte de ella y Carol. No podía confiar en nadie más, y en ese momento, no podía confiar mis sentimientos ni a mi madre, porque ya la deprimiría más, ni a Carol, que debía estar pasando unas Navidades fantásticas rodeada de toda su familia y de... Ángel. En cambio yo... Todo lo opuesto. 
Justo entonces, me di cuenta que era la Navidad más triste y solitaria de mi vida.

Mi madre aún lloraba, yo no supe qué decirle, así que opté por darle un abrazo, el cual tampoco respondió, en señal que todo estaba bien.

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Los días pasaban, yo, prácticamente, no salía de casa. No tenía nada que hacer. Me pasé tres días en mi cuarto haciendo todos los deberes que me habían mandado para después de las vacaciones. Me tuve que leer una obra de teatro de literatura catalana: "Mar i cel". Y esta obra, no hizo más que darle más significado a mi teoría y hacerme ver que muchas veces la vida es más injusta que justa. El trágico final del libro me abrió los ojos en que no siempre el amor vence, que no siempre es un "y vivieron felices y comieron perdices" que la vida real no es un cuento de hadas. 
Hice las actividades posteriores a la lectura, habían muchas y me pasé dos días enteros haciéndolas. 

Era veintiocho de diciembre por la noche y recibí un mensaje en el móvil.

<<¿Mañana tienes algo que hacer?>>

Inconscientemente, al ver de quién era, sonreí.

<<¿Por qué lo preguntas?>>

A los pocos segundos recibí su respuesta:

<<Tú solo respóndeme a mi pregunta, soy tu jefe, deberías hacerme caso.>>

Negué con la cabeza, divertida.

<<Vale mi maestro sabelotodo. No, no hago nada, y te repito lo mismo del otro día, controla tu ego "jefe">>

<<Lo haré cuando tú, Natalia, controles tu mal genio. Si te va bien, mañana, te recojo a las doce a tu casa.>>

Cuando vi que me había llamado Natalia, aunque fuese solo por un mensaje, me tensó el cuerpo. No porque odiase ese nombre, sino porque lo tuve que leer dos veces para darme cuenta que me había llamado así y no me había importado.

<<Sí, me va bien. Pero ¿Por qué tienes que recogerme?>>

<<REPITO: Soy tu jefe, deberías hacer caso a lo que tus superiores te dicen. PD: Me alegra ver que al nombrarte Natalia no te has enfadado. Prefiero llamarte así. "Lia" no me gusta.>>

<<Muy jefe y todo lo que quieras, pero no iré a ningún sitio contigo si no me dices antes donde vamos. PD: Sí. A mi también me ha sorprendido...>>

<<Pues no te lo diré, así que si no quieres venirte conmigo dímelo y me busco a otro. PD: NATALIA, debes ser más "abierta" al mundo, déjate llevar.>>

<<ÁNGEL, agradecería que aunque me llamases por mi nombre entero, no lo remarcaras tanto... GRACIAS. Y de acuerdo, me apunto, pero no porque me hayas dicho que me abriera, sino porque soy curiosa y tú me has intrigado por saber a dónde quieres ir.>>

<<Genial. Señorita curiosa, permíteme comunicarle que mañana se lo pasará muy bien. Te aseguro que lo vamos a pasar increíblemente bien ;)>>

<<*Rodando los ojos* Eh ahí tu ego... "Te aseguro que lo pasaremos increíblemente bien" Eso déjamelo a mí cuando juzgue, al final, si lo he pasado bien o no. Buenas Noches Señor EGO.>>

<<¿CÓMO QUE RONDANDO LOS OJOS? Esto en mi repostería queda totalmente prohibido que lo sepas ;) Buenas noches a ti también Señorita CURIOSA.>>


Volví a rodar los ojos como acto reflejo y me reí de mi misma. Hablando con Ángel se habían hecho la una de la madrugada así que fui directamente a la cama a dormir.

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Veintinueve de diciembre. Me había levantado temprano, aunque había ido a dormir a la una, me desperté a las nueve y ya no pude volver a coger el sueño. El día anterior, Ángel me había intrigado, no sabía dónde me llevaría y, la verdad, en el fondo, le agradecía que hiciera esto. Las Navidades van llenas de sorpresas y felicidad, yo este año no había tenido la suerte de tener felicidad, pero Ángel había colaborado en traerme las sorpresas. Primero, el día de Nochebuena y segundo... Hoy. Sinceramente, no estaba nerviosa, sólo con curiosidad, mucha curiosidad.

Cuando me levanté fui al baño a darme una ducha. Luego salí y me vestí. Me puse unos tejanos negros y un jersey de color marrón con unas botas a conjunto, sin tacón. Al terminar de vestirme fui a la habitación de mi madre a ver cómo estaba. Abrí la puerta con cuidado para no hacer ruido y despertarla si estaba durmiendo. Cuando entré vi que estaba despierta, sentada en la cama y... ¡Leyendo mi libro! Por dentro sentí una inmensa alegría.

- ¡Buenos días mamá!-Dije yo alegre.
- Lia... Buenos días-Me dijo sin apartar la vista del libro.-Gracias, muchas gracias por el libro.-Me senté al otro lado de su cama mirándola. Sonreí.
- De nada.-Amplié mi sonrisa y entonces dejó de leer para mirarme.- ¿Qué te parece que preparemos chocolate caliente para almorzar?-Dije animadamente.
- Claro.-Esta vez mi madre intentó sonreír, y desde hacía mucho tiempo pude ver que sí, que realmente estaba sonriendo y no lo estaba haciendo forzadamente, estaba sonriendo porqué en ese instante lo sentía.- Pero, cariño...-¿Había escuchado bien? Me había llamado cariño... Estaba muy emocionada.- No creo que nos vaya a salir bien el chocolate si tú lo haces...
- ¡OHH! ¡Mamá!-Rechisté yo. Lo había dicho de forma cariñosa, estaba volviendo a ser ella.-De acuerdo, prepáralo tú. Por cierto...
- Dime.-Dijo ella parpadeando de manera curiosa.
- Estos días has seguido yendo a terapia con David, ¿Verdad?- Cuando dije el nombre de David a mi madre se le colorearon las mejillas.
- Sí.
- Lo digo porque te ves mucho mejor, y se nota. Deberíamos volver a invitarlo a cenar, le debemos mucho.
- Claro...-Mi madre se paró un segundo. Cerró el libro y se levantó.-Voy a hacer el desayuno.

Mi madre se fue de la habitación y bajó las escaleras. Yo me quedé unos minutos más en su habitación, pensando. Desde que David me dio el folleto con esas recomendaciones todo había ido mejor, además que como durante estos últimos tres días había estado ocupada con la tarea del instituto no había podido presionar a mi madre con nada y puede que, con esa libertad, se sintió mejor.

Miré el reloj, con todo ya se habían hecho las diez y media, ya quedaba poco para que Ángel llegase.

A las once mi madre y yo desayunamos. El chocolate había quedado delicioso. Mi madre era una gran cocinera, no entendía cómo yo no podía haber heredado eso de ella, yo era, sinceramente, un estorbo en la cocina.
Estuvimos hablando mientras comíamos unas galletas y un bollo, cada una, con chocolate. Definitivamente, esa mañana me empaché de tanto comer, pero estaba contenta, mi madre hablaba mucho más, aunque solo faltaba que volviera a ser la misma de antes, que saliera un poco, que se divirtiera.

Volví a mirar el reloj. Las once y media. Terminé de beberme rápidamente el chocolate para subir y alistarme.

- Mamá, me había olvidado de decírtelo, hoy he quedado con Ángel. Vendrá a las doce.-Dije yo mientras recogía un poco la mesa.
- ¿Ángel? -Mi madre aún no lo conocía.
- Sí, el otro día, por Nochebuena vino. Es el primo de Carol y mi jefe...- Mi madre asintió.- No sé a qué hora volveré, te enviaré un mensaje en cuanto lo sepa.-Volvió a asentir.

Subí a mi habitación. Me peiné bien y me recogí unos cuantos mechones que me molestaban con una pinza pequeñita. Cogí un bolso, también pequeño, donde puse el móvil,el monedero y las llaves de casa.

Sonó el timbre de casa, así que cogí mi chaqueta y bajé. En la entrada me encontré a mi madre sin abrir la puerta. Tenía la mano en el pomo, pero no había abierto.

- ¿Por qué no abres? ¿Mamá, te encuentras bien?- Arrugué la frente en señal de preocupación

No me respondió, me fijé en que las manos le temblaban. Tenía miedo. Desde que lo dejó con ese... Le daba miedo salir a la calle, por eso creía que era la razón por la que no quería abrir.

- Está bien mamá, solo es Ángel, ¿Recuerdas? Te he hablado antes de él.
- Sí, vale.

No dijo nada más, dio media vuelta y se fue hacia la cocina. Me preocupaba dejarla sola, pero con la experiencia de estos últimos tres días de dejarla tranquila, pensé que sería mejor que estuviera sola para que se pudiera relajar.

Abrí la puerta y me encontré con Ángel.

- Al fin, pensaba que nunca abrirías...
- Hola a ti también Ángel.-Sonrió.-¿Qué?
-Nada, nada.- Estaba intentando dejar de sonreír.-Hola, me alegra verte.
-Hmm...-Me lo quedé un momento mirando. Quien entendiera este chico...- ¿Vamos a algún sitio o tu fantástico plan era quedarnos en la puerta de mi casa?
- La verdad, no estaría mal quedarnos, se está bien, pero mi plan es mucho mejor. Vamos.-Hizo un gesto con la cabeza en señal que lo siguiera.

Bajamos las escaleras del patio de mi casa y salimos por el barrio. Caminé junto a su lado hasta que llegamos a su coche. Dios... Su coche me tenía enamorada desde la primera vez que lo vi. Lo abrió y subimos.

-¿Me dirás ahora dónde vamos?
- Mira que eres impaciente eh... ¿Qué cuesta esperarte unos minutos?- Me miró después de haber puesto la llave para arrancar.
- No es que no pueda esperar. Puede que sea porque no me fío de ti.

Ángel negó con la cabeza divertido y arrancó el coche.

-Bueno pues tendrás que confiar en mí, porque no te lo diré. Sólo tienes que esperarte veinte minutos.

Iniciamos el trayecto y yo aproveché para disfrutar del coche. Era magnífico.

-Estas muy callada, ¿Pasa algo?-Dijo Ángel echándome una mirada de reojo.
-¿Mmm?- Estaba tan embobada con el coche que no paré atención a lo que me dijo.-Lo siento, decías...
- Que estás muy callada...-Él seguía conduciendo.
-Sí bueno, lo estoy porque puede que alguien no me quiere decir dónde vamos...-Dije medio en broma.
- Y ahí volvemos con la Señorita Curiosa...-Dijo sonriendo.-Te dije que confiaras más en tu jefe, él sí que sabe.
- Mira por dónde que ahí también vuelve el Señor Ego...
-Vale, vale.- Terminó diciendo con esa sonrisa.- Venga que ya hemos llegado.

Salí del coche y observé dónde me había traído.

-¿Al Tibidabo? ¿En serio?-Le miré curiosa.- Y ¿Por qué aquí?
-Bueno, me apeteció, tenía unos descuentos y pensé que a ti también te vendría bien para despejarte un poco.- Se encogió de hombros restándole imortancia.
-La verdad es que no me gustan mucho las atracciones, pero gracias, es un buen detalle.

Caminamos hacia la entrada y vimos que había mucha cola en las taquillas. Así que con un poco de resignación nos pusimos a hacer cola.

Tardamos casi una hora en poder pagar los billetes. Ángel, con la escusa que me había invitado él no me dejó pagar mi entrada.

-Venga, vamos. ¿Dónde quieres ir primero?-Dijo él animadamente.
-Bueno, creo que, como hemos estado mucho rato haciendo cola, ¿No sería mejor que comamos ahora y así luego no pillaremos a toda la gente que irá a comer a la misma hora?-Propuse yo.
-Vale, me parece bien.-Dijo asintiendo él.

Fuimos al primer bar que encontramos y pedimos nuestra comida. Yo me cogí un bocata vegetal y Ángel un lomo con queso. Esta vez, como Ángel ya había pagado las entradas, pagué yo la comida, aunque él se molestó. Pero no me importó, porque me sabía mal que no me hubiese dejado pagar mi entrada almenos.

-Así estamos en paz Ángel, tú has pagado mi entrada y yo he pagado tu comida, a parte, tan sólo me ha costado diez euros...

Él bufó resignado.

-Está bien. ¿Dónde te apetece ir?-Me dijo dándome un mapa del parque de atracciones para decidir dónde ir.
-No sé, tampoco vayamos a un sitio dónde nos podamos marear porque acabamos de comer.-Dije yo de forma prudente. Vi que Ángel rodaba los ojos.-¡Eh! ¡Mira quien roda los ojos ahora!
-Bueno, yo soy el jefe hago lo que quiero.-Me dijo guiñándome el ojo burlonamente.
- Argh... A veces eres detestable.-Dije mientras miraba el mapa.- ¿Qué te parece ir al avión?

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Ángel y yo pasamos un día genial. Cuando fuimos al avión pudimos disfrutar de unas preciosas vistas de toda Barcelona, era genial. Después de allí fuimos al "Crash cars", los autos de choque. Fue divertido perseguir a Ángel. También fuimos a la "Mina de oro" y al barco "Piratta". Luego nos subimos al "Tibidabo Express" una especie de tren. También entramos al "Castillo misterioso" donde te encuentras varias trampas con una de las cuales, Ángel casi se cae. Y finalmente fuimos al "Miramiralls" que es un recorrido en el que las paredes son todas espejos que hacen que te empotres en ellos. Con todo se nos habían hecho las siete de la tarde y ya era oscuro.

-¿Qué hacemos ahora?-Le pregunté.- Ya va siendo tarde, será mejor que marchemos
-Sí, pero antes debemos ir a un sitio.-Me respondió devolviéndome el mapa.
-¿Dónde?
-Como siempre tan preguntona, ¿Qué te cuesta esperar un minuto para saberlo?

Así que lo seguí para saber dónde quería llevarme antes de marchar.







¡FIN DEL 9º CAPÍTULO!
Como ya os he dicho al principio, no cumplo con mi palabra jeje así que aquí tenéis capítulo :)
Espero que os haya gustado porque por el siguiente preparad una bombona de oxígeno porque os hará falta. Hahahahha, no, es broma, pero os espera un momento muuuuuy bonito entre Ángel y Lia.
Así que no me abandonéis eh!
Un abrazo guapis!


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